Desde que el hombre dejo de vagar por la tierra y se estableció en poblados, ha buscado la cercanía a fuentes de agua. Es por eso por lo que la mayor parte de las ciudades de la antigüedad, y las de hoy en día, se sitúan al lado de cauces de ríos o manantiales. Donde comenzó la agricultura y el pastoreo.
Con la evolución de las prácticas de cultivo, llegaron las canalizaciones mediante acequias y canales. Los acueductos, canales, pozos, etc. Permitieron distribuir y llevar el agua a zonas donde era difícil conseguirla. Hoy en día hemos avanzado mucho en todo esto, y somos capaces de llevar el agua a cualquier rincón, con la mínima perdida posible de la misma.
Al igual que los métodos de canalización, los sistemas de riego han evolucionado y mejorado. Aunque aún seguimos utilizando el riego por surcos, en huertos tradicionales, y la inundación del terreno, para cultivo de cereales. Estos métodos desaprovechan gran cantidad de agua, y a no ser que dispongamos de una gran fuente de agua durante todo el año y con un bajo coste, no resultan rentables.
Una de las practicas más comunes hoy en día, y que resultan más rentables que la canalización a largas distancias es el uso de pozos. La extracción de agua de pozos a gran profundidad mediante bombas, el uso de sistemas de filtrado y la canalización por tubería, permiten un mayor aprovechamiento de los recursos.
Por eso la mejor opción es invertir en un buen sistema de riego, que aproveche al máximo los recursos. Los mas comunes son el riego por goteo y la aspersión.
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